Recuerdo
que en mis tiempos de estudiante de derecho penal, quedé fascinado por una
expresión ideada más de un siglo antes por Francesco Carrara, la frase fue “disonancia
armónica”, refiriéndose sin más a aquellas acciones humanas pasibles de recibir
una pena, o sea los delitos. Sin querer extenderme tanto en el tema que
seguramente no les resultará interesante a todos, la expresión refería a que
una acción además de ser prevista por la ley (armonía con el derecho), debe ser
“antijurídica” o sea contraria al orden establecido por el Estado para ser
considerada delito, de ahí su disonancia.
Carrara,
además de haber sido un eximio jurista, era un apasionado de música clásica, por
ello pudo describir con precisión quirúrgica, en forma sencilla y hasta
poética, el delito. O sea dos variables condicionantes que deben encontrarse
para el caso, primero que la acción encuadre en el código penal y segundo que
esa acción sea contraria “a la sociedad”.
El
recuerdo viene a colación ya que puede ser aplicado a otra extensión de las
humanidades, pero volcadas a actividades lícitas como son estudiar y trabajar.
En efecto, los últimos informes de consultoras de RRHH alertan sobre la
disociación (¿les suena?) entre la oferta y la demanda laboral, o sea
relacionando el estudio y el trabajo, llegan a la conclusión que nuestras
empresas (no solo en el tejido productivo del Gran Rosario) demandan perfiles
técnicos, como ingenieros, programadores, matriceros, soldadores, agrimensores,
Responsables en RRHH, seguridad e higiene, medio ambiente y sigue la lista;
cuando al mismo tiempo nuestros estudiantes se siguen volcando hacia las
carreras más tradicionales como Derecho, Medicina, Ciencias Económicas o
Arquitectura. Todo eso lleva a que el mercado laboral se encuentra saturado por
sobreoferta de profesionales en carreras “tradicionales”, mientras que quedan
insatisfechas las necesidades mencionadas de las empresas. Este missmatch es doblemente frustrante, lo
es por un lado para los profesionales desocupados o mal remunerados que han
invertido cinco o seis años de carrera universitaria, y lo es para las empresas
que ven limitado su potencial y lamentan posibilidades de crecimiento que se
pierden para no volver.
La
pregunta que corresponde que nos hagamos es: ¿Qué podemos hacer desde el CES?.
Cae de maduro que nuestra Institución con más de 25 años de experiencia debe
asumir un rol central ante esta problemática, por ello entre otras acciones:
- Trabajamos palmo a
palmo con Consultoras de RRHH, ya que son el “termómetro” del movimiento
productivo.
- Creamos lazos con
las empresas, a través de comunicaciones, charlas, reuniones, acuerdos de
pasantías, ofertas de carreras y cursos con el beneficio para ellas de que
el CES es UCAP (Unidad Capacitadora que otorga crédito fiscal), etc.
- Adaptamos nuestra
oferta a las demandas del mercado y las comunicamos a
- Intermediamos con
el Ministerio de Educación, como referente a fin de transmitir todas las
inquietudes que percibimos del mundo del trabajo, la industria, y el
estudio.
Por
lo tanto, desde nuestra posición nos damos cuenta que la contribución del CES a
esta “disonancia armónica” que estamos atravesando, es crítica y determinante,
para mejorar la calidad de vida de todos nosotros.
Franco Rossi
Presidente Asociación Civil
Centro de Estudios Superiores
Corrientes 371 (S2000CTC) Rosario, Santa Fe
0341 4498206/4470964
www.ces.edu.ar
frossi@ces.edu.ar
Presidente Asociación Civil
Centro de Estudios Superiores
Corrientes 371 (S2000CTC) Rosario, Santa Fe
0341 4498206/4470964
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